Narrativa hispanoamericana
LECCIÓN CONTRA LOS PARACAIDISTAS
ednodio quintero Mariana y los comanches
Prólogo de Juan Villoro. Candaya, Canet de Mar, 2004, 228 pp.
De la misma manera que me fastidiaría tener que presentar a dos antiguos compañeros de colegio, a los que una desatención duradera ha separado hasta el olvido, fastidia que todavía aquí, en España, sea necesario comenzar por la bibliografía de Ednodio Quintero; porque este venezolano nacido en 1947 es uno de los grandes narradores de Latinoamérica y uno de los más reconocidos y premiados en un país, Venezuela, repleto de genio y ambición de excelencia literaria (desde Julio Garmendia a los últimos Juan Carlos Méndez y Juan Carlos Chirinos). Quizá en otros países la singularidad de un mundo narrativo como el de Ednodio Quintero (léanse, si uno tiene la suerte de hallarlos, la novela La danza del jaguar o los relatos recogidos en Cabeza de cabra) le hubieran alejado de un pódium que a veces sólo alcanzan autores menos inquietos.
En España han sido dos editoriales modestas las que han asumido, respecto a la obra de Ednodio Quintero, una responsabilidad de difusión que los más fuertes han dejado pasar: la ya desaparecida Celeste Ediciones publicó en el año 2000 un buen ejemplo de su narrativa, Lección de física; y ahora ha sido Candaya, para nuestra fortuna una editorial valiente y cultivada, la que ha publicado Mariana y los comanches. Algún día alguien tendría que situar históricamente en los contextos de la recepción literaria este esfuerzo de rescate, lleno de devoción por la mejor literatura, que hacen en nuestro país las pequeñas editoriales. Este doble rigor literario de editoriales y autores es una lección para todos, una lección que podíamos bautizar "contra los paracaidistas", si nos basamos en una cita de esta misma novela, que tiene los tres atributos mejor reunidos que he leído últimamente; "Martín era un intruso, un paracaidista, un impostor".
La literatura de Ednodio Quintero no tiene moldes: hace mucho que consiguió su estilo, su voz (que son muchas voces) y un mundo vasto e inquietante tan anclado en la experiencia como en la invención, que es otra experiencia. Como podemos leer en la página 96: "Seguramente en esta novélela se esconde, bajo una triple máscara, algún episodio de tu vida, un suceso que quisieras olvidar. También tú has insistido en que todo lo que se escribe es autobiografía, pues el escritor sólo da cuenta de sí mismo.
{...} Te retrataste en Mariana, tu ánima jungiana. Y asignaste a Martín atributos que sólo a ti te corresponden. Y tal vez para despistar un poco a un lector avisado, te inventaste un alter ego, Edmundo, que a pesar de portar tu propio nombre y algunos rasgos de tu personalidad, no es más que un perro de paja —una impostura más". Edmundo Quintero. Ednodio Bracamonte.
Edmundo Bracamonte comparte protagonismo con Mariana, el gran personaje y obsesión de esta historia, perseguida por Edmundo y perseguidora de Edmundo, neurosis hecha mujer y multiplicada por el amor y el deseo de otra neurosis hecha hombre.
Pero no es este un relato de pasiones al uso sino una novela de intriga narrada del modo más intrigante, cuyo argumento viene a ser el siguiente:
Un escritor hecho y derecho recupera del cajón un libro escrito en su juventud y que por alguna razón no ha destruido pese a su costumbre. El escritor, Edmundo Bracamonte, comienza a leerlo y nosotros con él. Mariana es el gran imán de la historia, una mujer seductora y cruel como una diablesa, y al mismo tiempo tan sedienta del corazón de la vida como una heroína de D. H. Lawrence. Es pareja de Martín, un pintor, que invita a viajar con ellos, después de muchos años sin verle, a un viejo amigo de juventud que resulta ser un tal Edmundo Bracamonte, el cual en otra época estuvo enamorado de Mariana. Un triángulo amoroso que aparece y desaparece en el tiempo y por el que Ednodio Quintero nos lleva del futuro al pasado y viceversa con una técnica quirúrgica. De la isla tropical, tórrida y sórdida, donde hay un insólito bar con neones y macarras, a la ciudad de la juventud donde hay otro bar llamado el Comanche. Los dos bares son los ángulos simétricos del triángulo en cuyo interior se desarrolla un equilibro entre la amistad, el odio, una homosexualidad iniciáti-ca, los celos, la crueldad, la entrega y la autodestrucción que está siempre a punto de desembocar en la muerte de alguno de los tres personajes singularísimos de esta novela. Esta es la novela que leen al mismo tiempo el lector, nosotros, y el escritor llamado Edmundo Bracamonte, y lo curioso es que su lectura comienza a tener consecuencias en la vida del autor (y nosotros tememos que en la nuestra), la mayor de las cuales es la aparición de una tal Mariana, de alguna manera idéntica y distinta al personaje que Edmundo inventó en uno de sus primeros libros, pero tan perturbadora como ella. La Mariana que se pierde en la ficción, reaparece en la realidad del presente y Edmundo se ve en la alternativa de ganarla o deshacerse de ella.
Ednodio Quintero es ingeniero de lo no confesable, de las identidades que ocultamos normalmente en la vida cotidiana: las apariciones del subconsciente, las conductas prohibidas. Como dice Juan Villoro en la introducción de este libro, "la realidad resulta insólita por la manera en que es razonada", en este caso, por alguien, un narrador que, confiesa Edmundo, es "incapaz de discernir entre un hecho real y una pesadilla a la hora de la siesta".
Esta peculiaridad provoca que la novela esté llena de hallazgos en las maneras de narrar los planos de la vigilia y del sueño, lo percibido y lo imaginado, lo consciente y lo subconsciente, y ese otro plano, el del tiempo considerado lineal y que aquí aparece mezclado en un único todo como en la realidad misma.
En este sentido, Mariana y los comanches es una novela que muestra, a través de técnicas narrativas que nos hacen viajar en el tiempo en un solo párrafo para volver de repente al tono introspectivo o humorístico, que todo es real, verdad y mentira, la visión y la vista. Mariana y los comanches es una novela que transmite la realidad total en que opera nuestra vida: los saltos de nuestra conciencia, el subir y bajar de los periscopios con los que percibimos la realidad toda.
El juego a que nos obliga Quintero al conducirnos de un lado a otro de la estructura de la narración -la novela que leemos con el escritor y la vida presente de éstese convierte en una necesidad para nosotros: deseamos estar, con la misma fuerza, en los dos mundos, el de la ficción y el de la realidad, mientras vamos tomando conciencia de que el autor ha logrado convertirnos en protagonistas de la historia que hay dentro de la historia y que leemos junto al escritor Edmundo Braca-monte. Hay en este juego una lección cervantina muy bien aprendida.
La polifonía de voces y enfoques que hay en la escritura de Mariana y los comanches, acaba consiguiendo una evocación profunda del nosotros, de un recuerdo universal y compartido. De la niñez a la destrucción, de la esperanza al asesinato, esta novela nos enseña las caras de la imaginación y de la realidad como un solo rostro cambiante, un único mundo complejo fuera del cual nos está vedado vivir. Mariana y los comanches es, en fin, una historia divertida y negra, que nos mantiene alerta como un despertador que se programa solo. Saludemos a Ednodio Quintero, cazador de paracaidistas.
ERNESTO PÉREZ ZÚÑIGA
Publicado en Quimera, nº 254, marzo de 2005